Salí de tu auto muy asustada camine firme, subí las escaleras rápido empuje la puerta de la habitación y entre de una vez, rápido tratando de no revelar mi miedo, no quería a que lo notaras.
Me sudaron las manos un poco.
La habitación era linda bien iluminada pero de una manera suave, olía bien ,estaba, limpia era elegante.
El miedo a no saber a que me enfrentaría siendo mi primer juego en el espaker y el primero contigo, me asustaba pero jamás te permitiría saborear mi miedo.
Te encargaste de relajarme con tus besos y caricias tan dulces y delicadas pero tu mirada no dejo de proporcionarme la dosis de adrenalina que me encanto y me incitaba a querer comenzar ya con el juego ya por fin saber en que me metí.
Platicamos poco, nos acariciamos mucho nos sedujimos nos embriagamos en apasionados besos sentados en el sillón me monte en ti para sentirte (cuanto me antojaba ya sentirte) sentir tu piel en rose directo a la mía percibir tu aroma pleno por fin. Continuamos con las caricias y los roces excitantes de tu cuerpo contra el mío te deleitaste con mis senos y fue ahí donde comenzaste con el dulce castigo con tu mano tan firme y tu fuerza tan superior a la mía la misma que en ocasiones me vulnera y me hace sentir tan protegida.
Mis nalgas comenzaron a arder en dos dos formas diferentes y extrañas asta ese momento.ese castigo que no avía encontrado antes y aun sin saberlo era deseado lo añoraba. Una voz en mi interior te gritaba- ¡por favor continua, castiga me mas regálame el placer de tu furia!
Te diste el lujo de colocarme de rodillas con las manos apoyadas contra el sillón para darte el humillante espectáculo de mi trasero dispuesto a plenitud frente a ti para deleitarte en el.
Incline la cabeza reconociendo con vergüenza en mi interior que me gustaba sentir tu mirada y tus manos explorándome dándote por primera vez el gusto de tocarlo a tu antojo mientras yo me retorcía en la vergüenza de la postura y el miedo a no tener el control sobre la siguiente situación. Dos azotes mas ceberos que los anteriores me sacaron de mi reflexión para des pues empujarme de nuevo a ella. ¡Maldita sea, como arden como duele , como me gusta! No menos vergonzoso el echo de debatir en mi interior la postura y como podía ser capaz de permitir esto fue el sentir que me restregaste el miembro y la manera en que reaccione un maldito gemido de placer se me escapo y entonces fui yo quien se restregó la cadera contra tu miembro que ya bastante erguido se manifestaba de que manera me di el permiso de restregarme contra ti con que soltura en las caderas me deleite con lo que sentía mientras continuabas azotando y deslizando tu mano asta mi pecho que ardía como el resto de mi cuerpo que pedía mas.
¡Por Dios como eres puta! ¿como puedes permitir que te trate así? ¿Como puedes tolerar el maltrato y encima disfrutarlo? Mis gemidos poco a poco se encargaron de callar este reproche y me entregue a mi placer que al final es mío, tu me lo regalas en cada azote, en cada beso, caricia y palabra en cada mirada llena de fuego que posas en mi, en cada regaño y castigo.
Gracias por tanto placer mi señor.