martes, 9 de noviembre de 2010

El reproche.

Salí de tu auto muy asustada  camine firme,  subí las  escaleras  rápido empuje la puerta de la habitación  y entre  de una vez, rápido  tratando de no revelar mi miedo,  no quería a que lo notaras.
Me sudaron las manos  un poco.
La habitación era linda bien iluminada pero de una manera suave, olía bien ,estaba, limpia era elegante.
El miedo a no saber  a que me  enfrentaría  siendo mi primer juego en el espaker  y el primero contigo,  me  asustaba pero  jamás te permitiría  saborear mi miedo.
Te  encargaste  de  relajarme  con tus besos  y caricias  tan dulces  y delicadas pero  tu mirada  no dejo de  proporcionarme la dosis  de adrenalina  que  me encanto y me incitaba  a querer comenzar  ya con el juego ya por fin  saber  en que me  metí.
Platicamos poco, nos acariciamos mucho  nos sedujimos nos embriagamos  en apasionados besos  sentados en el sillón  me monte  en ti para sentirte  (cuanto me antojaba  ya sentirte) sentir  tu piel en rose directo a la mía   percibir tu aroma  pleno por fin.  Continuamos con las caricias  y los roces  excitantes  de  tu cuerpo  contra el mío  te deleitaste con mis  senos   y fue  ahí  donde  comenzaste  con el dulce castigo  con  tu mano tan firme  y tu fuerza  tan superior  a la mía la misma que  en ocasiones  me  vulnera  y me hace sentir  tan protegida.
Mis nalgas  comenzaron  a  arder  en dos dos formas  diferentes  y extrañas  asta ese momento.ese castigo que no avía  encontrado antes y  aun sin saberlo  era deseado lo añoraba.  Una voz  en mi interior te gritaba- ¡por favor continua, castiga me  mas  regálame  el placer  de  tu furia!
Te  diste  el lujo  de colocarme de rodillas  con las manos apoyadas  contra  el sillón para darte  el humillante  espectáculo de mi trasero  dispuesto a plenitud  frente  a ti  para deleitarte  en el.
Incline la cabeza  reconociendo con vergüenza  en mi interior   que me  gustaba  sentir tu mirada  y tus manos explorándome dándote por primera vez  el  gusto de  tocarlo a tu antojo mientras  yo me retorcía en la vergüenza de la postura y  el miedo  a no tener el control sobre la siguiente situación.  Dos azotes mas  ceberos  que los anteriores  me  sacaron de mi reflexión para des pues  empujarme de nuevo a ella. ¡Maldita sea,  como  arden como duele , como  me  gusta!  No menos vergonzoso  el  echo de debatir en mi interior  la postura  y como podía ser capaz  de permitir  esto   fue  el  sentir que me  restregaste  el miembro   y la manera  en que reaccione un maldito gemido de placer  se  me escapo  y entonces  fui  yo  quien se  restregó  la cadera  contra  tu miembro   que ya  bastante  erguido  se  manifestaba  de que manera  me  di  el permiso  de  restregarme  contra ti  con que  soltura en las caderas   me  deleite  con lo que sentía  mientras  continuabas  azotando   y deslizando tu mano asta mi pecho   que ardía como  el resto de mi cuerpo   que pedía  mas.
¡Por Dios  como eres puta! ¿como puedes  permitir  que te trate  así? ¿Como puedes tolerar  el  maltrato  y encima disfrutarlo? Mis  gemidos poco a poco  se  encargaron  de  callar  este  reproche y me entregue  a mi placer  que al final  es mío,  tu me lo regalas en cada azote, en cada beso, caricia y palabra en cada mirada llena de fuego que posas  en mi,  en cada regaño y castigo.
Gracias por tanto placer mi señor.
 
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