martes, 9 de noviembre de 2010

El reproche.

Salí de tu auto muy asustada  camine firme,  subí las  escaleras  rápido empuje la puerta de la habitación  y entre  de una vez, rápido  tratando de no revelar mi miedo,  no quería a que lo notaras.
Me sudaron las manos  un poco.
La habitación era linda bien iluminada pero de una manera suave, olía bien ,estaba, limpia era elegante.
El miedo a no saber  a que me  enfrentaría  siendo mi primer juego en el espaker  y el primero contigo,  me  asustaba pero  jamás te permitiría  saborear mi miedo.
Te  encargaste  de  relajarme  con tus besos  y caricias  tan dulces  y delicadas pero  tu mirada  no dejo de  proporcionarme la dosis  de adrenalina  que  me encanto y me incitaba  a querer comenzar  ya con el juego ya por fin  saber  en que me  metí.
Platicamos poco, nos acariciamos mucho  nos sedujimos nos embriagamos  en apasionados besos  sentados en el sillón  me monte  en ti para sentirte  (cuanto me antojaba  ya sentirte) sentir  tu piel en rose directo a la mía   percibir tu aroma  pleno por fin.  Continuamos con las caricias  y los roces  excitantes  de  tu cuerpo  contra el mío  te deleitaste con mis  senos   y fue  ahí  donde  comenzaste  con el dulce castigo  con  tu mano tan firme  y tu fuerza  tan superior  a la mía la misma que  en ocasiones  me  vulnera  y me hace sentir  tan protegida.
Mis nalgas  comenzaron  a  arder  en dos dos formas  diferentes  y extrañas  asta ese momento.ese castigo que no avía  encontrado antes y  aun sin saberlo  era deseado lo añoraba.  Una voz  en mi interior te gritaba- ¡por favor continua, castiga me  mas  regálame  el placer  de  tu furia!
Te  diste  el lujo  de colocarme de rodillas  con las manos apoyadas  contra  el sillón para darte  el humillante  espectáculo de mi trasero  dispuesto a plenitud  frente  a ti  para deleitarte  en el.
Incline la cabeza  reconociendo con vergüenza  en mi interior   que me  gustaba  sentir tu mirada  y tus manos explorándome dándote por primera vez  el  gusto de  tocarlo a tu antojo mientras  yo me retorcía en la vergüenza de la postura y  el miedo  a no tener el control sobre la siguiente situación.  Dos azotes mas  ceberos  que los anteriores  me  sacaron de mi reflexión para des pues  empujarme de nuevo a ella. ¡Maldita sea,  como  arden como duele , como  me  gusta!  No menos vergonzoso  el  echo de debatir en mi interior  la postura  y como podía ser capaz  de permitir  esto   fue  el  sentir que me  restregaste  el miembro   y la manera  en que reaccione un maldito gemido de placer  se  me escapo  y entonces  fui  yo  quien se  restregó  la cadera  contra  tu miembro   que ya  bastante  erguido  se  manifestaba  de que manera  me  di  el permiso  de  restregarme  contra ti  con que  soltura en las caderas   me  deleite  con lo que sentía  mientras  continuabas  azotando   y deslizando tu mano asta mi pecho   que ardía como  el resto de mi cuerpo   que pedía  mas.
¡Por Dios  como eres puta! ¿como puedes  permitir  que te trate  así? ¿Como puedes tolerar  el  maltrato  y encima disfrutarlo? Mis  gemidos poco a poco  se  encargaron  de  callar  este  reproche y me entregue  a mi placer  que al final  es mío,  tu me lo regalas en cada azote, en cada beso, caricia y palabra en cada mirada llena de fuego que posas  en mi,  en cada regaño y castigo.
Gracias por tanto placer mi señor.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La mirada de un lobo.




  

Descubrí tus ojos llenos de fugo emerger de entre mis piernas.
Tu mirada es la de un lobo, un  lobo que anda el terreno tranquilo y seguro de conocerlo, seguro de saber que le pertenece.
Contiene en ella el calor del sol y la claridad de una luz que no permite sombra alguna. Que no permite verdades ocultas y revela todo cuanto toca.
Con el poder  de desnudar mi mente y adivinar mi siguiente movimiento.
Me siento  tan desnuda y frágil pero llena de fuerza y valor.
Es sorprendente cuanta ambivalencia cabe en uno de tu beso, en una sola mirada tuya y en el mismo acto de flexionar mis rodillas ante ti.
Justo cuando me abandono en ti, es cuando mas poder encuentro en mí.


Te quiero mucho.

  
  

  

jueves, 28 de octubre de 2010

cuento de terror.

Una noche como cualquier otra Clara y Carlos, que acostumbraban salir a cenar cada miércoles, decidieron caminar un poco por los alrededores del lago de Chapultepec.
Mientras lo hacían se detuvieron, se miraron a los ojos y ambos sintieron el impulso de besarse.
Carlos aproximó el cuerpo de la chica en un intenso apretón que le permitió sentir sus senos. Clara sintió un golpe de excitación que aceleró su respiración; las lenguas se enredaron en un instante. Nuevamente intercambiaron miradas desbordantes de deseo y complicidad. 
Continuaron caminando y charlando de sus empleos, sus situaciones familiares y de otras circunstancias personales. Caminaron de la mano, sin rumbo, riendo despreocupados; entregados sin más a la agradable compañía del otro.

Una pequeña luz, a lo lejos, llamó la atención de Clara. “Puede que sea una luciérnaga. Jamás he visto una”, pensó y sin comentar nada a Carlos, dirigió sus pasos hacia aquel lugar.Carlos seguía hablando, sin darse cuenta de que había perdido la atención de la chica desde hacía varios pasos. Tampoco pudo percibir que Clara se había dejado seducir por esa pequeña luz, que la atrapó en cuanto posó su mirada en ella. Poco a poco perdía su voluntad mientras sus pasos eran atraídos por ese extraño resplandor. Esa luz embriagaba su ser, la transformaba y arrastraba a Carlos con ella.

Carlos sintió de nuevo deseos de besar a la chica, pero de una forma diferente. La luna resplandecía en todo lo alto, plena y absoluta, y se sintió motivado así que se atrevió, tiró suavemente de su cabello por la nuca, tomó su quijada, apretando ligeramente para disponer de sus labios, y se dio el lujo de morderlos, jugar con su lengua dentro, e incluso se dejó llevar por el profundo antojo de llenarla con su saliva. Clara se entregó al beso sin oponer resistencia alguna. Se sintió tan absorta por el deseó que este nuevo beso le provocó que gimió. El chico la tomó fuertemente por los brazos y la apretó posesivamente. El deseo de besarla de aquella forma lo había inquietado desde hacía tiempo, por temor a que Clara se sintiera agredida u ofendida. No lo mencionó jamás pero se sintió altamente complacido cuando observó que Clara consentía y, más aún, disfrutaba de ello.

Continuaron andando pero Clara no regresaba de aquel silencio en que se había sumergido. Avanzaba, con un paso un tanto acelerado, dirigiéndose a aquel lugar que no perdía de vista.Se introdujeron en el bosque. Clara parecía desesperada por internarse en la obscuridad. Carlos percibió entonces que ella apretaba fuertemente su mano y también su paso acelerado. La detuvo de golpe diciendo: “Tranquila, nenita. Sé que te sientes algo dispuesta para mí pero no es conveniente que nos internemos en este lugar. Podría haber algún ladrón oculto por ahí y causarnos algún daño”.Pero ella ya no escuchaba su voz, ya no sentía pasar el tiempo, el viento o el frío de la noche. Estaba totalmente ausente de sí y Carlos, sin saberlo, la lanzó aun más a ese abismo tras la excitación provocada con aquel beso.
Clara lo  jaló por la mano , lo puso contra un árbol y se lanzó en frenéticos besos y mordisqueos contra él. Carlos, sorprendido por la reacción de la dulce y tierna niña que siempre había sido Clara, no pudo más que seguirle el juego y se relajó un poco. Puso las manos sobre la cadera de la chica y se aferró a ella, jalándola y refregándola contra sí, entregándose a sus besos. Clara comenzó a deslizarse hacia abajo por el talle de Carlos y se clavó, embriagada de lujuria. Introdujo con desesperación el miembro de Carlos en su boca y comenzó a succionar. “! Por fin te comportas como me gusta, mi niña! Como una deliciosa putita, mmm... ¡Qué rico así, nena, mmm...! ¡Qué delicia! Mira, nada más, los talentos que me ocultabas… ¡Qué bien!” La sujetó del cabello y la forzó a introducírselo más profundamente. Carlos sentía perfectamente su miembro atravesar por la garganta de Clara pero ésta no se inmutaba ni manifestaba incomodidad alguna, lo que no terminaba de extrañar al chico, ya que nunca antes ella había manifestado ese tipo de promiscuidad. Pero Carlos decidió simplemente entregarse al momento.Se entregó a la pasión sin darse cuenta que, del mismo árbol al que Clara lo había empujado, brotaron unas inmensas garras que lo sujetaron, imposibilitando su movimiento.Clara se aproximo a él y arrancó sus ropas de un solo tirón, diciendo: “¿Querías una putita, mi cielo? ¡Vamos! ¡Aquí me tienes,  tómame!”.
Con solo una señal que ella realizó con su brazo, el árbol dio un giro al cuerpo de Carlos exponiendo su espalda desnuda ante la mirada extasiada de Clara. Ella tomó una rama que el árbol generosamente le proporcionó y  azotó la espalda del chico en repetidas ocasiones. Tras cada azote un alarido de dolor corrompía el silencio de la hermosa noche.En cada gemido de delicioso dolor se perdía más, la mirada difusa, sin más dirección que la piel del hombre al que azotaba con insana satisfacción.
Gotas de sudor recorrían su frente pero no dejó de azotar hasta ver abierta la carne. La sangre comenzó a brotar y, en un movimiento brusco, el árbol apartó a la mujer, aún presa de su trance lascivo. Levantó al hombre con sus garras y de su rugoso, áspero y reseco tronco emergieron  unas enormes fauces, de las cuales comenzó a deslizarse una  lengua que lamió y se deleitó con cada una de las gotas de sangre que del hombre brotaban y, sin más, lo depositó con extrema delicadeza sobre el piso húmedo y lodoso.

Clara corrió a lado de Carlos y lo abrazó. Se aferró a él atemorizada y lo ayudó a levantarse. Los dos salieron del bosque corriendo a toda prisa, sin parar ni mirar atrás en ningún momento, hasta que estuvieron en el auto. Se miraron fijamente uno al otro, sin poder articular palabra, y arrancaron a toda prisa.
Ya más tranquilos, pero aun sin poder creer lo que había sucedido, se despidieron frente a la casa de Clara con un beso tierno y un fuerte abrazo, diciendo lo mucho que se apreciaban. Clara bajó del auto, introdujo la llave en la cerradura y, justo antes de entrar, escuchó la voz de Carlos que le decía: “¡Ey, Clara! ¿Qué tal si mañana paso a buscarte y cenamos cerca del lago?”

martes, 19 de octubre de 2010

Mis nuevas alas.

En la penumbra, el silencio  de la habitación tomas mi cuerpo lo amoldas  al tuyo juegas con mi lengua  me  besas  me llenas  de caricias suaves lentas y sensuales.
 Sin prisa  me  envuelves  y liberas en  tu pación tibia transparente, sin más  que lo que  se es.
Cierro los  ojos  me encierro en mi placer en mis sensaciones y comienzo mi viaje  guiada solo por  tu voz que no rompe mi silencio ni lo corrompe solo lo acompasa.
Como una melodía que se desliza suave y agradable sobre mi piel tu voz  y  esas palabras tan posesivamente excitantes.
poco a poco mis rodillas  se flexionan  mi voluntad  se rinde  mientras  tu sigues  llevándome  por  ese lugar místico  donde  los cuerpos  se desvanecen las  almas vuelan libes, donde los gemidos  se convierten en  música y los  sonidos  de  azote  en canciones extasiantes los instintos marcan  el ritmo  y pautas  a  las que los cuerpos  se  someten.
Me  rompes, me desarmas no queda mas protección  que  tú sala voluntad, y la confianza  puesta  en ti, es dulcemente  encausada y custodiada.
Mis alas entre abiertas para ti  así como  el alma, mis labios deseando besar tu piel recorrerte entero,  todo mi ser deseando  el momento de la entrega, solo ser, ser  sin límite.
Mis alas se extienden  se  sacuden  al recibir tan solo un rose de tu piel me entrego plena y total  sin culpa  vuelo en total libertad.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La fuga.



Abrí los ojos la sensación de frío recorría mi piel desnuda, el aire era pesado impregnado de aroma a parafina mire a mi alrededor solo estaba iluminada por velas velas de color pálido triste deprimente y desesperante trate de distinguir algo mas pero solo veía sombras negras deslizarse de un lado a otro de la habitación mientras las llamitas débiles parecían extinguirse pero se aferrarse a la vida, escuchaba gotas de agua al chocar contra el suelo y desparramarse mi piel estaba húmeda la cercanía de las velas me daba una sensación de calor pero al vez corrientes de aire que venían de todas direcciones me atacaban erectaban mis pezones tensaban mis músculos y trababan mi quijada sentí un hormigueo deslizarse por mis manos asta mis antebrazos se encontraban atadas por una soga rasposa y gruesa sujetas a un poste de madera que se me clavaba en la espalda perecía ser un tronco de árbol , mis tobillos estaban fuertemente atados a dos postes mas que descendían del mismo era tremendamente incomodo mis genitales quedaban un tanto expuestos por la posición. Quise cerrar las pierna pero no avía manera los atados eran muy fuertes. En el fondo escuchaba susurros y lo que parecía ser un coro me aterraba.


Intente gritar pidiendo ayuda pero mi garganta estaba seca mi boca no tenia ni gota de saliva, de mi solo escapo un débil gemido, se acercó a mi una de esas misteriosas sombras acercó una mano huesuda fría y húmeda a mi boca y mojo un poco mis labios con una substancia viscosa y tibia sin decir palabra se alejo de mi. No pude ver su rostro. Alcance a preguntar -¿Quienes son ustedes? ¿Por que me tienen aquí? ¿Que es este lugar? solo alcance a escuchar una burlona risilla siniestra no dijo palabra alguna y siguió su camino .

Me enfurecí por la sed el dolor el cansancio y la burla, comencé a gritar-¡Maldito cerdo suéltame estúpido imbécil! Una bofetada me cruzo la cara -¡CALLA CERDA!- otra de aquellas sombras me ordeno y escupió mi rostro intente patearlo pero la atadura de mi tobillo me lo impidió ¡Malditos cerdos cobardes den la cara! ¿Por que se ocultan quienes son?! hijos de puta! apenas si termine de decir la frese cuando una nueva bofetada me hizo callar el ardor era intenso y me lleno de rabia grite enfurecida sin decir palabra solo gruñí como fiera barias carcajadas se dejaron escuchar al menos pude saber que eran cuatro personas diferente mi coraje se transformo de inmediato en miedo justo en ese instante una cubeta da de agua golpeo contra mi cuerpo estaba fría y nuevamente se dejaron escuchar sus burlas como jauría de llenas amenazantes.

Me llene de pavor, rabia he impotencia y no pude mas que llorar del coraje y gritar asta cansarme las sombras fueron desapareciendo una a una tras una pared muy al fondo de la habitación .

Cuando por fin cedí ante el cansancio de gritar y forcejear contra las cuerdas de las que inútilmente trate de escapar y mis lágrimas se terminaron. Escuche pasos acercándose

Nuevamente aparecieron las sombras una de ellas se acerco a mi -ahora te daré un poco de agua no la derrames es lo único que beberás. Parece que ya se termino tu furia.- ¿Tienes hambre?-debes tenerla te daré un poco de sopa.

¿Quien eres? ¿Quienes son ustedes?-pregunte enérgicamente.

¡Si que eres dura de ablandar criatura!- fue lo único que respondió vuelvo voy por tu sopa y se retiro dejándome en el tormento de la incertidumbre y en esa obscura desesperación.

Sus pasillos cortos y cansados hacían un eco débil en la habitación

Olía extraño como a hierbas secas y viejas.

Nuevamente intente girar mis manos para sacarlas de ese nudo me encontraba ya muy cansada y casi no sentía mis dedos.

El hormigueó era intenso.

Pase unos cuantos minutos sola.

Escuche de nuevo pasos que se acercaban pero de diferentes direcciones unos a mi espalda pero veía la sombra del viejecillo venir de frente a mi con un tarro de agua y un plato. Olí de inmediato la sopa era delicioso el aroma mi cuerpo reacciono de inmediato al olor mis mejillas se inundaron de saliva.

Se detuvo unos pasos antes de llegar a mí.

Mire sus manos sosteniendo lo que supuestamente comería y bebería.

Unas manos fuertes sostuvieron mis brazos no eran las de una persona mayor se acerco a mi desde atrás -¿Tiene hambre la putita? Este bien bajaremos un poco sus manitas salvajes para que pueda alimentarse. -

Su aliento era cálido su voz grave parecía ser muy corpulento me sorprendió me distraje observando al anciano con mi comida y no puse atención a los otros pasos tras de mi , me hizo saltar cuando hablo, desato mis manos mientras con un tono suave me decía.-No te portes mal y tal vez te dejare descansar de esa postura, depende de ti. Come tranquilita mientras lo medito. Soltó mis manos y yo me deje caer al piso sobando mis muñecas y hombros doloridos y agotados, las muñecas me ardían terriblemente pude distinguir entre la obscuridad de la habitación unos raspones oíbles en mi piel. Sentí las manos del hombre sujetar mis hombros con fuerza - Mira como te has lastimado ¡Que mal se te verán esas cicatrices bajo tus pulseras no seas tontita no te lastimes de esa manera! Me enfurecí de nuevo y tire manotazos sobre su rostro lo tome del cabello lo arañe creo y lance mordidas sobre sus manos que trataban de contener mi ataque. Gruñí se arrojo sobre mi caí de espaldas al piso con su cuerpo sobre el mío.

Extendió mis manos con fuerza, mordió mis censo, pezones, cuello y hombros, me beso cuanto se le antojo, mis manos tan presionadas contra el piso que me dolían ya no podía moverme. Me sentía agotada pero no me rendía trate de morder su boca, logre asirme de nuevo de un mechón de cabello el ya avía logrado aprisionar mi mano a un grillete que se encontraba clavad al suelo extendió mi otra mano y la aparición al otro extremo se abalanzó de nuevo sobre mis senos, gritaba y tiraba mordidas alcance a morderlo en la mejilla pero no con la suficiente fuerza para sostenerlo o lastimarlo me abofeteo. ¡Maldita perra salvaje pagaras! salió apresurado de la habitación y volvió con un trapo con el que me amordazo fuertemente.

-Ya bestia eh sido muy paciente contigo pero esto se acabo.- se tiro sobre mi y tomo mis pezones con ferocidad los apretó y retorció yo intente gritar pero la mordaza me lo impedía ¿DUELE SALVAJE BESTIA DE LA PRADERA?-¡Claro que duele, como me han dolido a mi tus arañazos pagaras por cada uno de ellos y por las mordías y golpes que has logrado atinar! Sé despojo de la túnica negra que lo cubría y se lanzo con una feroz mordida sobre mi cuello me beso con desesperación sus manos recorrían mi cuerpo ya vencido he indefenso, deslizo su mano asta alcanzar mi sexo que froto con brusquedad asta separar mis labios y hundir sus dedos dentro sin piedad.- ¡AHORA RECIBIRÁS UN HONOR QUE NO MERECES BESTIA!- Grito mirándome a los ojos con una expresión tan maligna que me estremeció. Intente serrar los muslos pero cuantas beses lo intente el me azotaba con firmeza en ellos. Por fin me penetro de una sola ves sin ningún tipo de delicadeza grite y gemí de dolor.

Se incorporo un poco y me miro ¡Ha de manera que te gustado, te has puesto jugosita, ¡que delicia de putita tan salvaje!

¡Ha, ha, ha....! una risa malévola y burlona se escucho. Al otro lado del lugar .Era el maldito anciano comiendo se mi sopa muerto de risa.

Cerré los ojos mientras ese maldito hombre terminaba de entretenerse con mi cuerpo se incorporo y dejo salir su liquido seminal sobre mi cuerpo y rostro. ¡Aaaaaaaah que delicia de perra salvaje han traído esta vez!

Se incorporo y escupió al suelo a un lado de mi, limpio el sudor de su cara y me lo unto el el pubis ¡Ahí te dejo el pago de tus servicios zorrita silvestre jajajaja.! Tomo su túnica se la puso y salió de la habitación diciéndole al anciano aséala pero no la alimentes tiene demasiado brío y hay que domesticarla un poco volveré mas tarde.

El anciano salió tras el y volvió después de un buen rato con un cubo de agua jabón y esponja.

Me quito la mordaza y entre risas mustias y crueles me dijo ¡Que buen rato le has echo pasar al patrón te aseguro diversión para rato si sigues así!

¡Malditos podridos hijos de perra!- le grite - jajaja guarda eso para el que es a quien debes entretener no a mi yo ya soy un pobre anciano cansado y no me provocas de esa manera!

Chiquilla mal criada si tu madre te hubiera azotado a tiempo no tendrías que ser educada ahora.

¿Educada? MALDITO ANCIANO ASQUEROSO, NO ME TOQUES! jajaja ya te he dicho que guardes eso, a mi no me sirve jajajaja sin embargo a mi me placen mas este otro tipo de caricias. Tomo la esponja la sumergió en el balde de agua la exprimió sobre mi cuerpo estaba helada mis pezones se erectaron mi piel se erizo yo no podía casi ni respirar. El frió me invadió de inmediato y comencé tiritar .El calor de mi cuerpo evaporo el agua, el unto la esponja con jabón froto mis senos con la esponja y con la otra mano retiraba la espuma. Su mano era cálida y me aliviaba un poco el frió -jiijij mira si que te han dejado calientita -¡mira vaporcito jijiji. Estas muy suavecita!- guardo un poco de silenció y siguió frotando mis senos- que grades y jugositos. Son tan suaves-retiraba el exceso de jabón no sin antes pasearse en repetidas ocasiones por ellos. Sumergió la esponja de nuevo y la exprimió sobre mí. Era un nuevo golpe de agua helada. Mi cuerpo se sacudía de frió acerco su cara a mi, saco la lengua y me lamió - mm... si ya estas limpiecita sigamos- Maldito anciano puerco hijo de perra - Tomo la esponja la empapo en el agua y me la lanzo a la cara - ¡Si que eres mal criadita eh ,pero no debes serlo conmigo yo solo estoy trabajando y ganándome el panecillo que me llevo a la boca , tu solo te dedicas a insultarme y complicar mis labores, te quiero obediente y calladita o tendré que decirle al patrón, lo difícil y grosera que eres conmigo- Comenzó a enjabonar la esponja y la deslizo por mis muslos froto mis piernas asta los pies donde puso especial atención. Froto por debajo y sobre ellos entre los dedos los tomo uno a uno y los limpio con esmero ¡Mira que lindos gorditos tienes aquí chaparritos rellenitos los enjuago con tanta dulzura los froto y acaricio tan cálidamente que los músculos de mi cuerpo comenzaron a relajarse solté los muslos, mi cuerpo comenzó a lamerlos la sensación era tan agradable y relajante a la vez que fue muy difícil no disfrutar el momento. Cando hubo terminado de deleitarse con mis pies siguió subiendo por mis piernas frotando firme, mientras me regañaba por ser grosera y mala con quien el llama el patrón. Seguía con su ritual de frotar y limpiar el exceso de jabón y se aseguraba que estaba bien hecho pegando su nariz a mi piel pero curiosamente ya no me irritaba muy por el contrario me sentía confortada. Volvió a enjabonar su esponja y comenzó a frotar entonces la parte interna de mis muslos y mis genitales deslizaban su rugosa esponja por mi sexo seguida por su mano. Para ese momento yo ya no escuchaba, tenia los ojos cerrados y solo sentía el placer intenso, la mezcla de sensaciones repetitivas , el fresco de el agua la rugosa suavidad de la esponja el calor y áspero tacto de la mano, el aroma delicioso a heno del jabón una tras otra me sometieron en una especie de trance malévolo. Mi sexo comenzó a lubricarse. La esponja frotaba intensamente mis parte intima, su mano se deslizaba con una precisión casi maestra era como si supiera donde me gustaba recorría por mi intimidad asta mis nalgas y culo .Comencé a gemir de placer y el no se detenía al contario ganaba espacios frotaba mas con mas firmeza yo gemía sus dedos comenzaron a deslizarse dentro de mi vagina y culo simultáneamente mis gemidos asían eco en la penumbra de la solitaria habitación y el deslizaba con mas rápidas y profundidad sus de dos dentro de mi con ambas manos me ocupaba. Mi cuerpo comenzó a tensarse mis caderas se levantaron y sacudieron un grito escapo de mi seguido de gemidos y sollozos placenteros.

Escuche pasos acelerados dirigiéndose a la aviación irrumpieron los demás hombres encapuchados al lugar gritando ¿Que pasa? -El viejecillo ya se incorporaba recogiendo sus utensilios del piso -Nada señores ésta zorrita cabrona que ha decidido estropear mi trabajo de limpieza y tuve que azotarla para que dejara de moverse pero ya he terminado y me arrojo el resto del agua sobre la cadera.

¿Ya has terminado? - si , si aquí ya eh terminado, solo me falta preparar el caballo del patrón junto a la salida que da al bosque regresare aquí solo a traer agua a esta malcriada, como me lo ordeno el patrón .

¿Podrían dejarme la puerta del fondo abierta? ya estoy muy cansado y no quiero ir y venir a la hora de dejar el caballo.

Uno de los hombres atravesó la habitación saltando sobre mi se dirijo a un muro en la pared contraria por donde salían y entraban. Esta se encontraba casi a mi espalda.

-¡Listo! Ten cuidado de cerrar la puerta cuando regreses.



Todos los hombres se retiraron incluyendo al anciano.

El cansancio me venció y comencé a quedarme dormida, el frió aun atacaba mi piel de vez en vez lo que no me permitía quedarme tan profunda. Escuche los cascos de un caballo estos se detuvieron y el crujido de una puerta que se abría seguido de los apresurados he inconfundibles pasos del anciano.

Este se acerco a mi, quito los seguros de los grilletes que sujetaban mis manos, desato mis tobillos y me extendió su mano para que me incorporara me ordeno. ¡Vete pronto el no tarda en llegar ,deprisa te he dispuesto un caballo tan brioso como tu, es muy rápido y respingón si logras treparte sin que te mate serás libre.

Corrí sin pensar en nada, cuando lo hice escuche el reventar de unos vidrios tras de mi di la vuelta y el viejo mañoso se encontraba tras de mi recargado en un poste con la frente sangrando los vidrios esparcidos por el piso.

Escuche voces que venían del pasillo y los gemidos del infeliz hombre pidiendo auxilio con una vos tan débil que apenas se escuchaba.

Continué mi marcha abrí la puerta y justo frente a mi se encontraba una enorme bestia blanca sus enormes ojos se encontraron con los míos la nobleza del animal era indiscutible su mirada lo reflejaba pero también ese espíritu juguetón como el de un niño inquieto. Lo tome por la rienda y lo jale hacia mi apoye mi pie en el estribo me sostuve del mango de la silla y este comenzó a caminar hacia atrás dificultándome la subida pero la desesperación me dio la fuerza para subir casi de un salto y que dar sentada sobre el animal. Apenas apreté las piernas y sujete la rienda el caballo relincho salió disparado conmigo sobre el .En un principio me azotaba el pubis contra el mango de la silla pero cuando agarro su trote paro la tortura. Sus cascos reventaban con furia el lodoso piso del bosque. El viento jugaba con mi cabello y su crin larga y blanca mientras la luna iluminaba su bella estampa y así meciéndome desnuda en el viento me fugue de ese infierno en medio de la obscuridad del bosque.











domingo, 5 de septiembre de 2010

Dialogo silencioso.


Si te entrego mis miedos me regalas alas para volar sobre ellos.
Si te entrego mi fragilidad me regalas seguridad y confianza para andar  cuando no estas serca de mi .
Si te entrego mi sonrisa me regalas el sublime dolor y el control  que equilibra el torbellino de mi interior.
yo te entrego mi lealtad, me regalas tu dedicacion.
Te entrego mi libertad , tu me regalas la libertad de ser quien soy de navegar en mis placeres conocerlos y explorarlos.
Tu mirada es mi horizonte, tu voz mi música,tu rumbo mi destino tu placer mi meta.


Tu piel es mi lienzo, mi territorio, mi planeta.Cuando estamos juntos la magia comienza danzamos en el viento dos universos entrelazodos fundidos.No hay cabida para nadie mas somos un rompecabezas perfectamente ensamblado.





Con todo cariño y respeto para Lobo Hombre y nikita{LH}
Muchisimas gracias por las escenas  que me regalaron ayer sin darse cuenta  tal vez, me atrevo a regalarles esto  fue  un poco de lo que pude percibí en ustedes  se  que sera mucho mucho  mas  extenso  y que no se puede definir con palabras  es grandioso, pero quise corresponder  un poquito al enorme obsequio de verlos juntos y tan apasionadamente entregados el uno al otro.  besos  muy sucios  pero respetuosos  a ambos.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Y EL CORAZON ?????

Me  cuesta muchisimo trabajo entender  el  por  que  esta  tan estigmatizado  el  querer enamorarse el  querer sentir  lindo en el corazón  y en el cuerpo.


En lo personal  disfruto mucho de mis amigos por  que me permito el privilegio  de  quererlos. Mucho mas,  si se trata  de una pareja  de juego.

Según yo la herramienta mas poderosa  del  dominio es  el amor, además  de  que  este  le  brinda  un saborcito  mucho  mas  intenso  y apasionante  a  cualquier  juego..¿Como podrias preocuparte  por  el placer  de otrapersona o  su bien estar  y seguridad  si  no sientes aun que sea  cariño?



DUELE!  por supuesto  que  duele  cuando  una  relación  o amistad  se  termina, pero  el echo  de  que  no  te permitas  sentir,  no quiere decir  que te dolerá menos o  que  no  sientas  la ausencia de la otra  persona,   no valdria  la pena,  seria  tiempo  perdido.



Cuando  escucho  a  gente  decir ¡ Hay  no,  es  que  si  te dejas  llevar por  los  sentimientos  despues  ya no puedes!. y yo me imagino  a  un  guey  con  un  corazonzote inchado  palpitante  y con  el  pito  flacido jajajaja....   me  pregunto  ¿Que  si  se enamoran  se  buelben inpotentes  o  que ??? y   a la  vez  me  imagino  un  chingo  de  banda entrando  en  un calabozo y dejando sus corazones  a la entrada. jajaja (Como hacen  los japonecitos  al dejar  sus  zapatos  a la entrada  de la escuela.)  no puedo  evitar  hacerme el comentario - Ok  me  gusta jugar,  me  encanta  y ¿Que  el corazon  donde lo dejo osea  me  lo quito  o  que ?  y ¿Com  podria  vibrar  a una  persona  percivir  sus deceos y /o  simplemente  si  me  siento  bien  jugando  con  el?  ¿Como podria  entregar un poco  de satisfaccion  si no  hay corazon  de pormedio?.

Porsupuesto  que unas  nalgadas  dadas  o recibidas  de  todo corazn  saben  mas  rico.


domingo, 29 de agosto de 2010

El mundo oculto de caprichosa y berrinchuda





Cayó la tarde. Yo me sentía un tanto excitada y necesitaba un muy buen regaño, pero ya no llamaste. Me clavé en la cama y cerré los ojos en un sincero esfuerzo por dormir, pero se metieron en mi mente las imágenes de nuestra ultima noche juntos, -¡qué delicia!- se inundaron de nuevo mis sentidos de ti y, con los ojos todavía cerrados, me llené de colores y sonidos, de olores y sabores, justo como cuando, envuelta en tus brazos, besándote, me llevabas a ese mudo distante, desconocido. Tus palabras, tu calor y el sabor de tu saliva, tu imagen tocando mi cuerpo, adueñándose de cada rincón de mí y el sonido del flagelo contra mi piel, un dulce y excitante dolor. Tus palabras, tan posesivas, me regalaban la sensación de no tener salida ni escape. Mi cuerpo y mi voluntad en tus manos, la adrenalina corriendo por él mientras perdía el poder y el control sobre mí, mientras mi integridad estaba en tus manos, perdiendo mi libertad, tan vulnerable e indefensa... Me hacías sentir tan ligera, tan libre...


Y así comencé a acariciarme, recordando tu voz y tu mirada, tus palabras. Comencé a apretar mis pezones, fuerte, cada vez más fuerte. Empecé a frotarme con más firmeza y rapidez y me puse boca a bajo, como siempre, como de costumbre, como cada noche desde la infancia. Y así, recordándote, tuve el primer orgasmo.

Pero aun no estaba satisfecha. Y continué. De pronto, no sé cómo, me vi atada a una silla, amordazada y vestida. Estaba siendo torturada de la manera más dolorosa. Mi Amo sometía a otra mujer, ahí, frente a mí. La humillaba y la flagelaba. La cogía. Me mostró sus genitales, abrió sus labios vaginales, rojos y húmedos, y hundió sus dedos en ella para lamerlos luego, mientras me gritaba.

—¡Mira, perra! Esto sí es una mujer. ¡Mira como se le va enterita y no protesta, no gime, no manifiesta incomodidad ni dolor alguno! ¿Lo ves? ¡Aprende, estúpida, inútil! Que ni para coger sirves. Mira. Se la meto de una sola vez por el culo y pide más. ¡No como tú, que no sabes ni recibirme como se debe! ¿Lo ves?

—Esto es una mujer ¡Mira cómo me complace! ¡Mira cómo me la mama! Delicioso. Aprende. Esto es lo que deberías aprender y no a andar ahí de puta, con tus pinches amiguitos. ¿Viste a lo que tú me arrastraste? Querías que me cogiera a otras.

¿No querías ver cómo era en realidad, Lo enérgico que podía ser?

¡Mira, estúpida! ¡Ve lo que una mujer de verdad me provoca! ¡Mira! ¡Abre bien tus ojos! Y observa cómo se trata a una perra de verdad. No como tú, que eres de juguete. Eres una estúpida niña jugando entre mujeres de verdad.

—¡Mírame! No cierres los ojos. Estoy cogiendo con tanto placer como el que tú no me das, ni me darás.

Las lágrimas corrían por mi rostro. Una rabia desatada se adueño de mí. Los celos eran incontrolables. Quería salir corriendo de ahí, escupirle a la cara y gritarle que era un idiota.

Cerré los ojos para no verlo más, pero se acerco a mí y me dio una bofetada. Tomo fuerte mi quijada y la apretó tan fuerte que mis dientes lastimaron mis mejillas por la parte interna y me grito.

—¡No te atrevas a cerrar tus estúpidos ojos! ¡Mírame! ¡Quiero que aprendas y veas como disfruto!

Me sumergí en un estado reflexivo mientras me preguntaba ¿Por qué este castigo?¿Qué lo había ocasionado?

Mi mente me obligó a buscar una respuesta y fue entonces que recordé a Zyanya, una dulce y sensual jovencita, con su tersa y delicada piel y su hermosa mirada, mezcla de misticismo e inocencia, que delataba un enorme fuego interior. Ella estaba atada a una silla, desnuda, con el culo groseramente vuelto hacia arriba, gimiendo y retorciéndose, sus enormes y deliciosos senos rozando el respaldo de la silla. Sus pezones, erectos, invitaban a morderlos, a ser castigados.

Yo me encontraba parada frente a ella, vestida con un impecable traje sastre, mis guantes de piel negros y zapatillas altas, mi sombrero favorito y mi inseparable cigarro. Tenía una fusta en la mano.

Estábamos en un salón, a media luz, con el aire pesado, maloliente y sofocante.

A mi espalda una mesa y sentados a ella dos hombres, fumando, con su estampa firme y su gesto agrio y malhumorado. Eran mi jefe y su socio. Me ganaría un severo castigo si no lo hacía bien. Mi deber era enseñar a Zyanya, alistarla para el trabajo de complacer.

Mi voz, llena de firmeza, se escuchó en el salón.

—Zyanya—, ordené—, ¡para el culo! Abre las piernas —le dije al tiempo que le daba unos cuantos azotes en los genitales, delicados, jugosos y dulces—. No saltes. Debes bajar la cabeza. ¡No mojes mi fusta o la limpiarás con lengua!

Recorrí su cuerpo desnudo. Estaba asustada. Su piel se erizaba al sentir el roce cálido de mi mano. Azoté sus senos y sus nalgas. Las separe. Le azote el culo y brincó de nuevo. Jalé su largo, negro y lacio cabello de la nuca.

—¡No saltes! ¡Debes controlar tu reacción! —dije, y la azote con el fuete, más fuerte, de nuevo sobre el mismo lugar en el cual antes había escupido abundantemente. Quería tratar de emular un poco los ruidos que hacen las nalgas llenas de semen, cuando éste se escurre del culo y se embarra en las nalgas. Saltó de nuevo. La azoté en la vulva y sentí que estaba mojada. Jalé su cabello de nuevo, por la nuca, apreté con fuerza su quijada y la mire a los ojos, firme y ferozmente.

—¡Te dije que no mojaras mi fusta, perra estúpida! ¡Lámelo hasta que lo dejes bien limpio¡ —dije, y le azoté el culo en repetidas ocasiones.

Froté su sexo de nuevo y lo mojó otra vez, así que la tire al pisó y la puse en cuatro. Luego azoté sus nalgas nuevamente.

—¡Entiende que no debes mojarte! ¡Entiende! —la regañé. Le abrí las nalgas exponiendo su culo y su sexo ante los ojos de mi jefe y de su socio, que ya comenzaban a incomodarse.

—A ver, niña, ábrelo bien grande. Te daré una paletita —le dije e introduje un juguete en su vagina. Después la hice gatear por la habitación tirando de una cadena que le puse al cuello.

—Si se te cae te azotaré más, así que sostenlo —le ordené. Aún así se le cayó—. ¿Ves por qué no debes mojarte? ¿Ahora lo entiendes?

Así que tome la fusta y le azoté una vez más. Gemía demasiado y muy rico; tanto que comenzó a elevarme la temperatura, pero yo estaba preocupada por que ella no lo estaba haciendo bien y mi castigo sería muy severo. Me sentía nerviosa y asustada, aunque también irritada por lo que me ocasionaría su debilidad, así que no me quedó más remedio que repetir la operación, confiando en que mi jefe y su amigo se sintieran tan excitados como yo y pasaran por alto mi error, divirtiéndose con ella. Llena de temor, expuse nuevamente su sexo y esta vez trate de que vieran mejor y más de cerca como escurría el liquido cálido y perfumado de deseo.

La acerqué más a la mesa mientras la frotaba con la fusta. Azoté sus nalgas con furia y sus deliciosos fluidos gotearon una vez más y escurrieron de su apetitosa vulva, que ardía en deseos de probar, de saborear su delicada esencia, de sentir su textura y percibir su olor. Luego introduje en ella de nuevo el juguete, pero tenía que ser más enérgica y buscar salvar mi pellejo, excitándolos aún más, desviando su atención hacia ella. Le puse un juguete más, esta vez en el culo, y la obligué a gatear alrededor de la habitación, mientras continuaba azotándola. Ella seguía gimiendo.

Me acerque a su oído y le susurre suavemente.

—Si eres buena, nos divertiremos esta noche, pero si eres mala, te entregaré a ellos para que te devoren y sacien sus degeneradas ganas en ti. Tú sabrás que hacer.

Ese fue mi error. No sé si fue el tono de mi voz lo que la excitó, o mi cálido aliento o la idea de que nos encontráramos mas tarde; o, incluso, la idea de ser devorada por esos hambrientos demonios que nos miraban, pero en ese momento tuvo un orgasmo, muy inoportuno y poco discreto. Mi jefe se levantó de golpe, me dio una bofetada y me lanzó al piso.

—Eres una estúpida, buena para nada sin talento —gritó—. Confíe en ti y me decepcionaste. Lo único que tenias que hacer era prepararla para permanecer inmóvil y dispuesta. Pero fallaste. Tu castigo será terrible

Bajó el cierre de su pantalón, se quito el sacó, remangó su camisa y me tomó el cabello por la nuca.

—Tal vez debas enseñar con el ejemplo —rugió, muy enojado, y ahí mismo, en pleno salón, abrió los botones de mi blusa, perfectamente blanca, expuso mis senos y, frente a la dulce Zyanya y a su socio, me obligó a succionar su miembro, me abofeteó cuanto se le antojó y recalcó una y otra vez mi ineptitud en la tarea que me había encomendado.

Él sabía que yo no toleraba ser humillada y, sin embargo, lo hizo; me humilló hasta cansarse. No me importo que vieran cómo se la mamaba ni cómo me penetró, de más de una forma, o que me compartiera con su socio. Ni que incluso obligara a Zyanya a lamer mi entrepierna. Me dolió mucho más la humillación, que me tomaron cada uno de los tres, de todas las maneras que se le ocurrió, repetidas veces, y yo no pudiera más que sentir dolor en mi interior, por la espantosa vergüenza que sentía. Me redujo a prostituta de la aprendiz, me llamo inepta, pendeja, incompetente y muchas cosas más que me dolieron demasiado.

De pronto los gemidos de la mujer, que estaba siendo tomada y castigada por mi AMO, el dueño de mi cuerpo, mente y corazón, me regresaron a la realidad y sentí una extraña mezcla de dolor y placer que no alcanzaba a comprender.

“Yo lo amo”, me decía, y gritaba en mi interior, “¡Pare con este castigo, basta de tortura! ¿Es que no se da cuanta que lo amo, que me duele verlo tomando otras mujeres?”, pero los celos que sentía y el dolorcito indefinible que se instalaba por momentos en mi estómago me ocasionaban mucho placer y comencé a lubricar. El se dio cuenta y se acercó a mí.

—¡Lesbiana de mierda! Quieres probarla, ¿verdad?¿Quieres lamer su vagina?¿Quieres morder sus senos, lamer su culo? Ya sé que te encantan las mujeres. Pero también sé que me amas y que sufres al ver que las toco y que les meto la verga; ésta, que quisieras solo para ti, estúpida ramera, ¿por qué lloras? ¿acaso crees que la amo o que la deseó mas que a ti? ¡Qué estúpida eres! No cabe duda.

Trajo a aquella mujer hacia mí y la obligó a lamer mi sexo.

—¡Déjalo bien limpio —le ordenó. Mientras tanto, se acercó a mi rostro y, con extremada ternura, con dulzura infinita, me acarició, secó mis lagrimas y me besó los ojos, las mejillas, los labios y me dijo al oído— sabes que solo te amo a ti, que eres la única mujer por la que siento amor cuando la estoy tomando, sabes que también muero de celos por ti, también sueño contigo y suspiro por ti y pienso en ti casi todo el día, también me masturbo pensando en ti y que, incluso cuando me cojo a otras, estoy pensando solo en ti.

—Pero debes aprender a no andar de puta. Por eso te castigo.

Me desató y me llevó a la cama. Abrió mis piernas y dejo que la mujer continuara lamiéndome, succionara mi clítoris y mordisqueara mis senos. Ambos lo hicieron. Después, él me puso en cuatro y obligó a la perra a lamer mi culo. Él también lo hizo. Y, más tarde, lamieron simultáneamente mi sexo y mi culo. Me hicieron tener más de un orgasmo y gemir de desesperación. También mordieron mis senos. Él mordió mi cuello tan fuerte que me dejo una marca.

—Así sabrán que eres mía y tú recordaras que tienes dueño. Sólo yo puedo darte todo el placer que necesitas. Sólo conmigo y a mi lado serás libre. Pero sabes que estas presa de mí, que no puedes huir, que eres mía. ¡Mámamela! —me ordenó. Después me penetró tan brusco y profundo que me hizo gritar.

—¡Toma! Pero así, calladita, ¡shh! No te quejes. No grites. No hagas ruido alguno. ¡Toma, puta! No andes buscando fuera lo que yo te puedo dar. ¡Toma! ¡Tómala trágatela toda! Así como te gusta. Eres una perra. ¡Trágatela! —me gritaba. Sus testículos se estrellaban con brusquedad en mi piel y el seguía gritando— ¡Recibe a tu Amo, esclava, recíbeme!

Por fin eyaculó. Lo sentí estallar dentro de mí. Sus fluidos escurrieron entre mis nalgas, me los untó por toda la espalda y me dio una nalgada.

—Anda, perrita, llévate mi marca, que nadie se atreva a acercarse a ti, ten mucho cuidado—, dijo. Me besó y abrazó con fuerza, no me permitió bañarme, me hizo usar un vestido escotado y me envió por su desayuno.

 
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